lunes, 13 de enero de 2014

La reconceptualización de la enseñanza del lenguaje escrito



Todavía en la escuelas enseñan a los niños a leer y a escribir prestando  mayor importancia a las habilidades de transcripción del lenguaje oral al escrito, mediante actividades mecánicas de repetición, copia, rellanado o dictados y una atención mayor a la presentación y limpieza en la escritura, en vez de aprender a usar el lenguaje escrito de forma socialmente participando en numerosas situaciones sociales y permitiéndoles realizar actos comunicativos.

Como plantea Goodman (1986) el aprendizaje del código alfabético debería darse en situaciones de comunicación, sin ser el objetivo principal. Para ello los niños deben de aprender a hacer cosas con el lenguaje escrito en distintas situaciones como interpretar un horario de autobuses, escribir una carta, escribir una experiencia, etc. Esto implica que conviene usar el lenguaje escrito para determinadas metas.

Esta reconceptualización favorece a que los niños aprendan el lenguaje escrito desde formas discursivas o géneros diferentes a los géneros orales. Bereiter y Scardamalia (1987) comentan que alguna de las dificultades que se encuentran los niños cuando aprenden a escribir consiste en que tienen que producir formas monológicas de discurso sin la presencia del interlocutor, frente a las formas orales dialógicas que se apoyan en el interlocutor, además deben de aprender a producir un discurso escrito con estructuras textuales muy diferentes y sin interlocutor. Pero más complejo es aprender a interpretar y producir el lenguaje escrito en contextos y actividades sociales.

La reformulación del concepto del lenguaje escrito seria esencial aplicarla hacia todo tipo de alumnos, sobre todo aquellos que presentan necesidades educativas especiales. En los colegios de Educación Especial siguen utilizando de forma reiterada actividades de rellenado y repetición sin prestar ninguna funcionalidad al lenguaje escrito. Es de gran importancia convertir la lectoescritura como una práctica  funcional y social para que estos niños (NEE) puedan integrarse socialmente y además permitirles con la ayuda de los mediadores  alcanzar la autonomía personal.

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